Cuando el barón alemán Karl Drais, padre de la bicicleta, presentó su “máquina andante” en 1817, nadie podía
imaginar que aquel rudimentario artefacto de dos ruedas, podría llegar a ser tan importante, dos siglos después, para unos cuantos adolescentes de Canelones. Jóvenes que no inventaron la bicicleta, pero que gracias a ella viajaron y disfrutaron de lugares que no conocían, aprendieron a pensar y a trabajar en equipo, incorporaron conocimientos mecánicos y normas de seguridad.