Esta historia arranca en Teniente Rinaldi y San Martín, en la cuenca de Casavalle, allá en 1996. En esa esquina estaba
la casa de Ana, madre de cuatro hijas y abuela de tres nietos.
Su marido, el Pato, estaba postrado en la cama por una enfermedad. En total 11 personas y cuatro perros vivían en esa humilde vivienda en un barrio donde ya entonces se arrastraban varias generaciones de excluidos.