Este 8 de marzo en El Abrojo nos convocamos a reflexionar y redoblar nuestro compromiso diario con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, donde todas y todos tengamos lugar.
La desigualdad entre varones y mujeres es un hecho concreto, la vemos a diario, en el uso del tiempo y las oportunidades de desarrollo, la construcción que hacemos del ser varón y del ser mujer, así como las restricciones y relaciones. La brecha de género se profundiza si hablamos de personas con identidad transgénero, afrodescendientes, migrantes o en privación de libertad, si hablamos de acceso a la justicia y participación en situaciones de violencia, maltrato y trata de personas.
Este 8 de marzo, como una jornada de tarea cotidiana, de acciones reales, nos paramos en pie de igualdad. No hablamos de celebraciones sino de la igualdad como construcción, como tarea y práctica socio-educativa frente a niños y niñas, adolescentes y jóvenes, hombres y mujeres en cada una de las acciones que emprendemos, comunidades donde trabajamos y en el desafío de reconocernos como institución.
La igualdad como tarea impone el desafío de actuar en cada lugar, en cada acción, en cada mensaje.
La igualdad nos interpela y reclama actuar.