—Pregúntale a Kevin si cuando se cagó no le hice comer la mierda con la cuchara —le dijo su hermana con tono desafiante, sin remordimientos.
Natalia quedó en absoluto silencio, muda. No pudo contestarle nada. Sintió un nudo apretado en la garganta y se largó a llorar. “No supe qué decirle”. Su propia hermana había castigado a su hijo mayor por hacerse caca encima; el niño no podía soportar la angustia de no estar con su madre, consumidora de pasta base.